MANDADO QUE MANDO A DON GIL DE LAS CALZAS DE CEDA,
a ese que lleva robles a las espaldas del Gil y a las del corazón caca
campana sin metal y sin badajo,
mando un millón de veces al carajo,
pues tanto pus episcopal apoya.
Su estupidez de carne de cebolla,
su ensotanada hiel, su alma de ajo
y su cara de culo y de gargajo
han de ser más quemados que fue Troya.
Vete, mariconazo: se te ha visto
bajo los pantalones el roquete
y bajo la mirada el ano hambriento.
Algún día estarás, me cago en Cristo,
dentro del purgatorio de un retrete
enunciando la mierda con tu aliento.
MH, 1939
No hay comentarios:
Publicar un comentario