martes, 24 de marzo de 2020

El Incendio del Compadre - Armando Tejada Gómez

Materia paternal, siempre amanece pisando en lo robusto de la sangre, su estatura rotunda se sostiene en la sombra floral de la mañana.

De una orilla a la otra de la vida, sujetando el origen por sus márgenes, entra a lo geográfico del día, la filiación terrestre del compadre.

El siempre estuvo aquí, sobre esta tierra su boca ha sido náufrago y testigo, por donde fuera el viento iba su rostro buscando semillar y hacerse sitio.

El siempre estuvo aquí, tuvo sus hembras, sus parientes de luto, sus vecinos, la costumbre rural de su alegría anda diseminada por el vino.

Yo lo sé amanecer cuando amanezco claro, puro país, patria, heredero, y él pasa ante mis ojos por la tarde como una hechura regional del tiempo.

"Patrón, hoy no me espere, he cumplido otro tranco, no hay modo de atajarme si ando de calendario”

La tarde va vestida de estival amarillo, y la luz de la altura su bandería clara, rodeada esta de ríos, ceñida de palomas, se le ha quedado inmóvil la silueta en los álamos.

“Patrón, borre este día, más tarde lo igualamos, qué primavera el mundo después del primer trago”

Hoy es día de grillos, fecha de cancionero, el compadre a salido a celebrar su santo, por la tarde que pasa con el aire dormido la luz alza las ropas del cielo desflorado.

“Patrón, tenga su sombra, guárdese su salario, hoy no me da la gana de alquilarle los brazos"

Ahora no hay medida, se ha incendiado el compadre, la alegría le llena de pájaros la sangre, el día sale a verlo, él saluda a los árboles, como un zonda de júbilo avanza por la calle.

El sol cae de cobre degollando los cerros, topetando las sombras del grito del compadre. Allá, espera el boliche, con la noche en el medio, el paisaje lo vé y él se bebe el paisaje.



Armando Tejada Gómez
1974

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